El nuevo inquilino del banquillo del Chelsea es un entrenador atípico. Maurizio Sarri (Nápoles, 1959, Italia) abandonó toda su estabilidad laboral, económica y profesional para cumplir un sueño. En el año 2.002 dimitió de su empleo, con la intención de convertirse en un renombrado técnico de fútbol. Estudió la carrera universitaria de Economía y Comercio, y se especializó en Estadística. Sarri ocupaba el cargo de banquero, pero no era un simple oficinista que trabajaba en la mesa de una sucursal cualquiera. El napolitano atendía a ricos y poderosos clientes internacionales en uno de los bancos más prestigiosos del mundo. Llegó a ser uno de los directores del Monte dei Paschi, la entidad bancaria más antigua de la historia. El Monte dei Paschi fue fundado en la localidad italiana de Siena, en el siglo XV. Dejó su trabajo por una promesa. Se comprometió consigo mismo que dimitiría si lograba ganar una liga, cosa que consiguió en el año 2.001 con el Sansovino.

El técnico se despojó de los trajes a medida y de las corbatas que le agobiaban, para ataviarse una prenda más cómoda, holgada y desenfadada, es decir, un chándal. Lo único a lo que no renunció de su anterior etapa fue al vicio del tabaco. Sarri es un fumador empedernido e irreductible, que exhala cientos de bocanadas de humo durante los encuentros, mientras corrige la posición de sus jugadores en el campo. Incluso, llegó a dar varias caladas de los cigarrillos de los aficionados, que estaban sentados en las gradas próximas al banquillo durante su etapa en el Empoli.

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Fuente: El Mundo

El italiano es un poseso del fútbol. Está completamente obnubilado por la táctica y por las jugadas de estrategia. Durante la década de 1990, compaginaba el puesto de entrenador de equipos que jugaban en la sexta categoría del fútbol italiano, como el Antella o el Tegoleto, con su trabajo en el banco. Los primeros éxitos de Sarri llegaron con el Sansovino. Con este equipo toscano, ascendió en tres años desde la sexta división hasta la cuarta categoría y ganó una Copa de Serie D. Sus jugadores semiprofesionales lo observaban fascinados y extrañados cuando comprobaban que tenían que ensayar más de 30 jugadas a balón parado a lo largo de un entrenamiento. Por este motivo, lo apodaron Míster 33. El técnico reconoció posteriormente que «sólo usaron cuatro ó cinco durante la temporada».

El napolitano es una persona minuciosa y metódica, y ama el fútbol por encima de todo. También es un técnico políticamente incorrecto, irreverente, supersticioso y amante de la buena literatura. Suele leer al escritor alemán Charles Bukowski y al autor colombiano Gabriel García Márquez. Le fascina tanto la literatura que  en una entrevista afirmó que «si hubiera vuelto a nacer, hubiera estudiado la carrera de filosofía«. El escritor favorito del napolitano es John Fante. Fante es un autor estadounidense que suele relatar en sus obras los infortunios y las desventuras de los ciudadanos italianos, que se trasladaron a Estados Unidos durante la década de 1930, en busca del Sueño americano. Los protagonistas suelen ser personajes derrotados y humillados por un sistema capitalista, que los explota por un mísero sueldo. Sarri ha llegado a viajar hasta la casa del padre del escritor, que está situada en un pueblo cercano a Chieti.

Sarri nació en la ciudad de Nápoles, pero se siente toscano. Su padre, Amerigo Sarri, fue un prometedor ciclista amateur, que llegó a ganar más de 30 carreras semiprofesionales. Vivía en la ciudad napolitana con sus padres, pero una vez que se emancipó del hogar familiar, la vida del entrenador transcurrió en la localidad italiana de Fligine Valdarno, que es un municipio muy próximo a Florencia. Tuvo que soportar las burlas de sus amigos, ya que Maurizio era hincha del Nápoles en un municipio, que estaba abarrotado de fanáticos de la Fiorentina. Su abuelo, llamado Goffredo, fue un soldado partisano, que luchó en la resistencia en contra del fascismo italiano durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la contienda, rescató y ocultó a unos pilotos norteamericanos que se accidentaron en Valdarno.

El técnico del Chelsea no aceptó que su sueño de ser entrenador se viera truncado por la desidia y por el miedo al fracaso, como le había ocurrido a su padre años antes. Durante toda su vida, Amerigo se autoinculpó y se arrepintió por no haber perseguido sus objetivos de juventud. El padre de Maurizio era íntimo amigo y competía contra el ciclista Gastone Nencini, ganador del Tour de Francia de 1960 y del Giro de Italia en 1957. Nencini siempre confió en las posibilidades de Amerigo como ciclista profesional. Sin embargo, abandonó la bicicleta con 25 años para mantener a su familia y se puso a trabajar como operario de una grúa en una empresa siderúrgica napolitana.

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Fuente: página oficial Chelsea FC

Amerigo contagió a su hijo la pasión y los valores del ciclismo. Intentó que Maurizio se dedicara profesionalmente a este deporte, pero el técnico del Chelsea se enamoró de la pelota desde muy temprana edad. Sarri no era muy técnico, ni muy hábil con el balón en los pies, por lo que desistió muy pronto a dedicarse al fútbol profesional. Sus prestaciones dentro del terreno de juego no eran muy prácticas, ni muy funcionales. Se desempeñaba como un defensa central muy tosco y muy rudo. Sarri admitió que cuando jugaba en las categorías inferiores del fútbol italiano «era habitual efectuar un marcaje férreo al hombre», por lo que aseguró que tuvo que «intimidar, pegar y asustar a los delanteros rivales». El entrenador jugaba en una división, en donde prevalecía el juego físico y duro, y en esas circunstancias, «era de los mejores».

Sarri asimiló desde muy joven, a partir de su propia experiencia con el ciclismo, que para lograr los objetivos había que trabajar muy duro, y aprehendió que las virtudes de la constancia, el esfuerzo y la dedicación eran fundamentales para su día a día. «El ciclismo me enseñó que si no lo das todo, no llegas a ningún sitio. Por eso pido a mis jugadores que entrenen al 100%». El técnico se siente muy afortunado por dedicarse laboralmente a lo que más ama. Su actual empleo no le hastía, ya que asevera que “la fatiga es levantarse a las seis de la mañana para ir al trabajo, y no preparar numerosas jugadas tácticas a balón parado». Incluso afirma que le «están pagando por entrenar, algo que seguramente haría gratis», por lo que se considera «un hombre muy feliz».

Sarri es un individuo muy serio y no le gustan los piropos. No suele conceder entrevistas y no ve la televisión. También detesta las redes sociales, por lo que no las usa. Asegura que aborrece los programas nocturnos de fútbol. «Todos gritan, es como la teletienda de los jugadores. Inventan rumores de fichajes y analizan jugadas que un árbitro no puede ver en un segundo. No disfruto viendo esas cosas», indica el técnico italiano.

A pesar de no tener redes sociales, es un fanático de la tecnología, y no duda en aplicarla al fútbol. Emplea drones e imágenes personalizadas, que contienen información de sus jugadores, con el objetivo de mejorar aspectos tácticos del juego y corregir la posición y las acciones de sus futbolistas. Sigue el rendimiento de cada uno de sus jugadores a través de un sistema informatizado que mide las cuestiones físicas y controla la dieta.

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Fuente: Marcador Internacional

Sarri es un individuo poco mediático, porque no le gusta aparecer en los medios de comunicación. Sin embargo es un hombre muy impulsivo y polémico. Hace dos años, el Inter de Milán, que en ese momento estaba entrenado por el técnico italiano Roberto Mancini, eliminó al Nápoles, que estaba dirigido por Sarri, de la Copa italiana. Ambos técnicos se enzarzaron en una discusión, y Mancini denunció públicamente al entrenador napolitano de haberle llamado «maricón». Sarri fue sancionado con dos partidos y una multa de 20.000 euros. La prensa y la comunidad homosexual italiana gestaron una campaña en contra del veterano técnico. Sarri pidió disculpas públicamente y saltó al terreno de juego ataviado con una bufanda, similar a la que suele llevar Mancini en el banquillo, como símbolo de gentileza y de perdón

El otro momento controvertido en la carrera deportiva del técnico del Chelsea ocurrió hace cuatro meses. Sarri espetó a Titti Improta, una periodista italiana: «Eres una mujer, eres guapa y por eso no te mando a tomar por culo». La profesional simplemente le preguntó si el empate del Nápoles en contra del Inter de Milán fuera de casa, que le había arrebatado el liderato al conjunto napolitano, ponía en peligro el título de Serie A. Ante el aluvión de críticas que recibió Sarri ante ese comentario tan deplorable y desafortunado, pidió disculpas a la periodista.

El entrenador siempre se ha caracterizado por ostentar un carácter muy fuerte. Sarri dimitió como técnico del Avellino días antes de comenzar la temporada, por tener una serie de desavenencias con el presidente. También fue despedido del Sorrento, a pesar de estar en la cuarta posición de la tabla clasificatoria, tras enfrentarse al presidente del club, por culpa de varias discusiones sobre sus condiciones laborales. Finalmente, llegó al Empoli, es decir, a su querida toscana. Allí subió al equipo a la Serie A italiana y comenzó su exitosa trayectoria como entrenador en el fútbol de élite profesional, pero esa ya es otra historia.

Realizado: Eduardo Acín (periodista)

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