El fallecimiento del jugador provocó que los dirigentes del fútbol británico tomaran medidas y modificaran la normativa, con la intención de proteger la integridad física de los porteros en el área.

Fichaje por el Sunderland

James Horatio Thorpe (Jarrow, Inglaterra, 1913 – Sunderland, Inglaterra, 1936) se decantó desde muy niño por el fútbol. Le gustaba practicar deporte y le encantaba ponerse los guantes para emular a sus ídolos en la portería. La posición de guardameta era la idónea para él. El jugador tenía una constitución muy fuerte, poseía una notable altura (1,88 metros de estatura), y presentaba una gran envergadura. Todas estas características físicas, sumadas a su exquisita habilidad en la portería y a sus felinos reflejos bajo los palos, hicieron del joven uno de los cancerberos más prometedores del fútbol inglés.

Thorpe abandonó los estudios siendo un adolescente para trabajar en los astilleros de su localidad natal, y en sus ratos libres, comenzó jugando al fútbol en clubes menores de Jarrow y de otros pueblos colindantes a su lugar de nacimiento. Sus grandes actuaciones como portero provocaron que, a los 17 años, los ojeadores del Sunderland posaran sus miradas sobre él. El futbolista accedió en 1930 a vestir de rojiblanco, y no dudó en incorporarse a la plantilla del equipo de reservas de los Black Cats. El club británico era uno de los mejores equipos de la época durante el periodo de Entreguerras. El conjunto inglés se proclamó campeón de la First Division, actual Premier League, en el año 1936 y quedó en segunda posición en la temporada 1934/1935.

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Fuente: Jotdown

El guardameta estuvo defendiendo a lo largo de dos campañas la portería del filial, hasta que en la temporada 1932/1933, el técnico escocés, Johnny Cochrane, le dio la oportunidad de subir al primer equipo. Un año más tarde, Thorpe empezó a encontrarse mal y visitó varios hospitales de la ciudad. Los médicos le realizaron una serie de pruebas y le diagnosticaron que padecía diabetes tipo 1. El portero estuvo un mes ingresado para recuperarse de los problemas de salud que presentaba. Tras recomponerse físicamente, los doctores le pautaron un tratamiento insulinodependiente diario. A pesar de verse obligado a convivir con la enfermedad, el arquero siguió defendiendo la portería del Sunderland como titular. Posiblemente, fue el primer futbolista con esta patología médica, que jugó al fútbol en un equipo de primer nivel de la Liga inglesa.

A principios de la década de 1920, el médico canadiense Frederick Banting descubrió la insulina, que es una hormona producida por el páncreas, que se encarga de regular la cantidad de glucosa de la sangre. La insulina, que era suministrada a los diabéticos, era extraída del páncreas de las vacas y de los cerdos, lo que ocasionaba muchas complicaciones a los pacientes. Los enfermos de diabetes solían sufrir severas reacciones alérgicas después de aplicarse la inyección.

Thorpe no disponía de ninguna herramienta con la que medir con precisión su nivel de glucosa en sangre. Se inyectaba la insulina a través de una jeringa de vidrio, que tenía que ser esterilizada diariamente. Las agujas tenían que estar previamente afiladas con una piedra pómez. La sociedad británica consideraba a un individuo con diabetes como un bicho raro, por lo que los pacientes solían esconder su enfermedad. Thorpe, como muchos diabéticos diagnósticados en la etapa de Entreguerras, decidió ocultar su patología a su entorno familiar y a sus amigos, debido al estigma social que existía en aquella época. El portero tenía que aprender a controlar la diabetes sin la comprensión de sus compañeros de equipo. Asimismo, no conocía el caso de ningún otro futbolista diabético, por lo que no disponía de ningún referente a quien seguir.

Debido a los efectos secundarios ocasionados por el tratamiento médico, Thorpe sufrió una increíble transformación física. El cancerbero destacaba en su juventud por ostentar un gran físico y una notable envergadura, pero fue adelgazando paulatinamente por culpa de su enfermedad. El portero se convirtió en un arquero con un aspecto muy espigado. El guardameta trataba de esconder su espectacular cambió físico, llevando una voluminosa camiseta de portero durante los encuentros. Sin embargo, su habilidad y su calidad debajo de los palos seguía vigente, y Thorpe ofrecía semanalmente un gran rendimiento deportivo. La enfermedad era conocida por los dirigentes del Sunderland, pero su diabetes era un secreto para toda la plantilla y para todo el staff técnico del equipo. De igual forma, que los aficionados del conjunto inglés y los demás clubes de la First Division también desconocían totalmente la patología médica que padecía el arquero.

El partido contra el Chelsea

El futbolista participó como cancerbero titular del Sunderland en 139 ocasiones, en los cuatro años en los que permaneció en la entidad británica (incluyendo partidos oficiales de Liga y de Copa inglesa). La vida de Thorpe dio un giro inesperado, un fatídico uno de febrero de 1936. Ese día, el Sunderland disputaba un encuentro de la First Division contra el Chelsea. El partido se celebraba en el antiguo estadio mackem, el Roker Park. Este campo de fútbol fue demolido en 1998 y el club rojiblanco juega actualmente como local en el estadio Stadium of light.

Esa dramática jornada, el Sunderland lideraba la tabla clasificatoria de la Liga inglesa, tras haber quedado subcampeón la temporada pasada. Aquel campeonato liguero fue conquistado por el Arsenal. Sin embargo, los Black Cats eran los principales favoritos para alzarse con el trofeo de la campaña 1935/1936.

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Fuente: Getty Images

El Chelsea era un equipo férreo, que tenía a jugadores muy físicos y muy musculosos. El club de Londres practicaba un fútbol muy directo, en donde los defensas lanzaban asiduamente balones largos a los delanteros, para que éstos se buscaran la vida de cara a gol. En cambio, el Sunderland ofrecía un juego de pase y de toque, en donde la posesión del esférico era la base, a partir de la cual, se fundamentaba su fútbol. Los futbolistas blues desplegaron un juego muy violento y desempeñaron un comportamiento muy antideportivo en la mayor parte de las acciones del encuentro. El fútbol británico era muy rudo y muy físico en la década de 1930, en donde los jugadores disputaban los partidos en campos embarrados, en los que era muy difícil elaborar unas jugadas basadas en el juego de toque. Durante el transcurso del choque, hasta siete jugadores locales sufrieron algún tipo de lesión. Los futbolistas del cuadro londinense se ensañaron y se sobrepasaron con los deportistas del Sunderland, especialmente los blues tuvieron un comportamiento totalmente sucio, hostil y antideportivo contra el protagonista de nuestra historia.

A falta de 20 minutos para concluir el partido, el Sunderland comandaba holgadamente en el tanteador (3-1). Los dos goles marcados por el  killer inglés Bobby Gurney, uno de los mejores arietes de todos los tiempos, y el tanto materializado por el delantero irlandés Patrick Gallacher ponían tierra de por medio, y hacían muy difícil la remontada del Chelsea.

El conjunto londinense seguía practicando un fútbol directo, y uno de los zagueros del equipo blue lanzó un balón largo hacia el campo rival. El esférico no causó ningún contratiempo para el portero del Sunderland, que hincó sus rodillas sobre la hierba para atajar mansamente la pelota. En el momento en el que Thorpe se disponía a incorporarse, con el balón resguardado bajo sus brazos, varios delanteros del Chelsea se abalanzaron sobre el guardameta y le propinaron tres fuertes patadas sobre su indefenso cuerpo. Dos de los golpes recibidos impactaron sobre su cuello y su costado y el tercer puntapié fue directo hacia su cabeza. El cancerbero quedó prácticamente noqueado sobre el terreno de juego, y era evidente que se encontraba completamente malherido. El árbitro del choque, H.S. Warr, no expulsó a ningún jugador del Chelsea por esa acción. Sin embargo, el colegiado sí que mandó a los vestuarios verbalmente al futbolista blue, William Mitchell, tras lanzar un agresivo tackle a Alexander Hastings, centrocampista escocés del Sunderland. Mitchell se fue del campo realizando varios gestos obscenos hacia la grada local.

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Fuente: DP

No se empezó a implementar el uso de las tarjetas rojas y de las tarjetas amarillas, hasta la disputa del Mundial celebrado en Méjico en 1970. Sí que existían las expulsiones, pero el árbitro solo expulsaba a un jugador si había cometido una infracción flagrante y desmedida. Esta sanción disciplinaria era notificada verbalmente por el colegiado y el futbolista tenía que marcharse al vestuario antes de tiempo. El árbitro también podía advertir verbalmente a un jugador de que había cometido una acción antideportiva, pero que no era tan grave como para que le costara la expulsión.

Volviendo al encuentro que nos ocupa, Thorpe se repuso como pudo de los golpes recibidos y logró ponerse de pie. Sin embargo, el rostro del guardameta se fue poniendo cada vez más pálido y más macilento, mientras iban transcurriendo los minutos de juego. Los servicios médicos del Sunderland recomendaron al portero que abandonara inmediatamente el terreno de juego, para que fuera rápidamente trasladado al hospital, con la intención de que estuviera bajo los cuidados de un doctor. El arquero rehusó el ofrecimiento y se negó a ser retirado del estadio. Thorpe tomó esta decisión para no perjudicar a su equipo, ya que en aquella época todavía no existían las sustituciones. Si el guardameta hubiera salido del estadio, hubiera dejado a su club con un jugador menos.

En los inicios del fútbol, estaba permitido efectuar un cambio si el jugador se retiraba del terreno de juego por lesión. Sin embargo, esta norma fue derogada a principios de la década de 1930, porque los futbolistas fingían una lesión para poder ser sustituidos. De este modo, los dirigentes de las ligas europeas prohibieron a los clubes la realización de cambios durante los partidos. Esta nueva normativa desembocó en un caos absoluto. Los equipos solían recibir una orden preceptiva de sus entrenadores antes de salir al campo. Esta consigna era lesionar al portero rival para ganar el encuentro de una forma más fácil. Si un cancerbero sufría una lesión y tenía que abandonar el terreno de juego, un jugador de campo era el encargado de defender la portería. La Liga inglesa modificó la normativa en la campaña 1965/1966. La institución futbolística permitió efectuar una sustitución, pero ésta sólo se haría si era por lesión.

Retornando al choque entre el Sunderland y el Chelsea, los londinenses lograron marcar dos goles en los últimos 15 minutos del partido, y pusieron el empate definitivo en el marcador (3-3). El delantero norirlandés Joseph Bambrick fue el autor de los dos tantos, que supusieron la igualada para su equipo. Thorpe falló estrepitosamente en los dos goles blues. El primer tanto fue un tiro raso que traspasó lentamente la línea de meta y el segundo gol consistió en un robo de balón de Bambrick al portero, en donde el ariete norirlandés no tuvo más que anotar el empate a puerta vacía. El arquero presentaba claros síntomas de haber sufrido una conmoción cerebral, ya que se le observaba bastante confundido y desorientado durante los últimos compases del encuentro.

Al acabar el partido, el colegiado tuvo que ser protegido por las autoridades policiales hasta su vestuario, ante la ira de la hinchada local, que no entendía cómo Warr sólo había expulsado a un jugador del cuadro londinense, tras las espeluznantes entradas realizadas hacia su portero. Incluso, dos policías tuvieron que escoltar al árbitro a la salida del estadio, debido a que un centenar de aficionados mackem lo esperaban a las afueras del campo de fútbol, con la intención de recriminarle su pésima actuación arbitral.

Realizado por: Eduardo Acín (periodista) @EduardoAcnGarcs

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