«Sólo el equilibrio deshace la fuerza.» – Simone Weil.
Si hay un deporte para el cual no existe obstáculo alguno que se resista, ese es el trial, en cualquiera de sus dos modalidades, con o sin motor.
Una práctica en donde equilibrio, planificación, seguridad, aplomo e intrepidez juegan papeles esenciales para su desarrollo.
Si en cualquier deporte, ya de por sí, la suma resultante del binomio latente entre una técnica brillante y ese factor de dominio de la situación (que se da cuando, junto a la primera, aparecen el disfrute, la magia, el flujo, la adrenalina y el control inherentes al sujeto), es sine qua non para recoger los mejores frutos posibles, en el trial su presencia se convierte en, casi, una obligación. Y es que su cometido principal es la superación de obstáculos sobre el vehículo (moto o bicicleta), por medio de saltos de perfecto calibre durante los cuales el piloto no puede caer ni tocar suelo con ninguna parte de su cuerpo, de lo contrario incurrirá en penalizaciones que pueden salpicar su participación.
Además del trial de motociclismo y el bike trial, o trial de bicicleta, los cuales se originaron en entornos naturales, a inicios del siglo XX (y formando parte también, de estas primeras competiciones, el coche), tenemos el trial indoor, cuya diferencia primordial es el espacio en el que se desarrolla con respecto a sus allegados: recintos cerrados perfectamente acondicionados. En España, el primer campeonato de esta categoría, trial indoor, se viene celebrando desde el año 2002, esto quiere decir que apareció casi cuatro décadas más tarde que la modalidad ordinaria.
Pero no por ello, esta última, ha quedado relegada a un sucedáneo deportivo; más bien, al contrario, el trial indoor ha desembocado, desde que se originara, en el popular campeonato internacional de X-Trial. Un campeonato cuyo premio ha caído en manos españolas desde el año 2002 y, para más inri, desde 2007, en las de Antoni Bou Mena, más conocido como Toni Bou, quien, al margen de sus doce años consecutivos ganando el X-Trial, acumula otros doce títulos mundiales de trial en exterior. Puede que sea, ser fiel a su Montesa, lo que le de suerte, o puede que sea una mera e indiscutible cuestión de sacrificio y ahínco.
Pero, si eres un aficionado, que sueña despierto con hacer de su técnica de pilotaje, la exquisitez, no nos gustaría que te des por vencido. Tanto en los diferentes circuitos, como en escuelas particulares, se imparten cursos para pulir tu manejo del manillar y aprender el trial, partiendo desde cualquier nivel y edad.
Así que, si siempre te has imaginado haciendo el caballito estático con tu bicicleta o moto, no existen razones para no intentar aprenderlo, junto a botes, giros y distintas pautas de equilibrio que, más bien, son verdaderas acrobacias. Eso sí, aconsejamos contar con la ayuda de profesionales.
Entre otros «trucos», es importante disminuir la presión de las ruedas, que estas estén, bastante desinfladas. Por otro lado, suele tenderse, erradamente, a echar todo el peso sobre el manillar en los equilibrios estáticos; el peso del cuerpo debería apoyarse sobre las estriberas, de modo que el manillar quede lo más libre posible para realizar los ajustes necesarios, siempre sutiles y respetando la regla principal de que el cuerpo del piloto permanezca inmóvil, pues cualquier mínimo desvío puede poner en riesgo su integridad.
Además, es imprescindible el uso correcto de los frenos, así como saber que son las extremidades inferiores, es decir, las piernas, las que han de llevar la voz cantante en cuanto a lo que a soporte del resto del cuerpo se refiere.
Y una vez llegados hasta este punto, dominado el equilibrio in situ, sería el momento de aplicarlo en todos aquellos cambios de posición y reajustes que demanda el trial, a la hora de atacar cada obstáculo, dentro de su pertinente zona. De otro modo, carece de sentido.
De todas formas, siempre podremos echar mano de los consejos de maestros de este deporte, como el ya mencionado Toni Bou, u otros genios de nuestro país como Laia Sanz o Adam Raga. Y si ni con esas hay caso, seguiremos limitándonos a admirarlos, como espectadores, boquiabiertos, en esa constante armónica sobre ruedas, que roza la imposibilidad y lo inverosímil.
Porque en el trial, definitivamente sí, la clave está en el equilibrio.