El clima está adoptando, de nuevo, su piel de abrigo y ya desprende su aroma frío. Por eso, hoy, escribimos sobre dos variantes de este deporte que no pueden faltar en la época invernal: el esquí alpino y el esquí nórdico.
«En la cumbre de las montañas es donde todo toma sentido.»– Anónimo.
El esquí tiene, en su origen, una utilidad muy distinta a la actual; nace como medio de transporte, en torno al siglo XXVI antes de Cristo. Exactamente. Un modo más para desplazarse, del que se valían tanto cazadores como comerciantes en parajes repletos de nieve, que no eran testigos de deshielo durante meses y meses.
Y así es como, poco a poco, se va forjando una actitud. El Imperio Bizantino (395-1453 d.C.), nos deja testimonio por escrito, a mediados del siglo XVI, de lo que sería la primera carrera sobre nieve de la que tenemos constancia. De este momento, ya podemos hablar de competición.
En España, este deporte hizo su entrada por la puerta grande hace ya casi 110 años en una estación pirenaica.
Esquí alpino
Esta modalidad clásica del esquí, se caracteriza por sus trayectos de corta distancia, pero de gran desnivel.
En su categoría olímpica, engloba cinco disciplinas técnicas distintas que son: descenso, slalom, slalom gigante, super-g y combinada alpina.
¿No has esquiado nunca y has oído hablar de alguno de estos términos como slalom, pero no sabes en qué consisten específicamente? En concreto, el slalom es una prueba, dentro del esquí alpino (y trasladada a otros deportes como el patinaje o el piragüismo) consistente en un recorrido corto, pero intenso, que requiere realizar un zig zag constante, con obstáculos de por medio, los cuáles han de esquivarse. Los cambios de dirección, dado el contexto, son muy bruscos, por lo que se convierte, automáticamente, en una especialidad para los más hábiles.
En el slalom gigante, la dificultad se torna más enrevesada si cabe, puesto que el deportista ha de tener la misma pericia en tramos más reducidos de «puerta a puerta», entendiéndose por este último término aquellos objetos señalizadores que delimitan el trazado. Del mismo modo, existe una adaptación paralímpica de este deporte para atletas con discapacidad, que cuenta, con las cinco modalidades mencionadas.
Esquí nórdico
Digamos que en oposición a la modalidad alpina, se encuentra el esquí nórdico, definido por sus extensos recorridos y escasos desniveles, sobre todo característicos de una de sus categorías principales, conocida como esquí de fondo.
Pero no es este su único contenido. Además del esquí de fondo, acoge las modalidades de salto con trampolín y el biatlón.
El biatlón es una muy curiosa combinación de esquí de fondo con tiro de carabina y, precisamente, su surgimiento tiene mucho que ver con el apunte que hicimos al inicio de este artículo, en el que mencionamos a los cazadores de épocas pasadas. En esta práctica se premian, en conjunto, un menor tiempo de duración más un mayor número de dianas.
Dentro de este mismo existen diferentes disciplinas: individual, sprint, persecución, relevos y salida en masa. La prueba de persecución, que cuenta con una salida escalonada en función de los tiempos de sprint, penaliza a los competidores por cada tiro fallado a la diana, con una vuelta adicional de 150 metros a recorrer.
«Persigo la felicidad. Y la montaña responde a mi búsqueda.»– Chantal Maudit.
Y ahora que ya has entrado en calor, recuerda: el ámbito gélido de las montañas siempre espera por ti. ¿Por cuál te decides?