El trayecto que ha realizado Steven Gerrard desde su ciudad natal hasta Glasgow para coger las riendas del Rangers FC ha suscitado un gran interés en un fútbol adormecido en los últimos años por la “desaparición” de un club despiezado económica y estructuralmente. Asume un reto atractivo y ambicioso pero que deberá esquivar, con escasos recursos, la alargada sombra de su archirrival.
En Los Ángeles meditó seriamente cambiar su hoja de ruta. Necesitó cruzar el charco para replantearse su futuro y para relamerse las profundas heridas causadas por sus épicas batallas tanto en el Reino Unido como en casi toda Europa. Después de 17 temporadas desafiando a sus rivales enfundado en una camiseta a la que juró amor eterno desde su adolescencia, la ciudad californiana le ofreció un retiro que para muchos futbolistas suponen un sueño. No fue un paso atrás en su carrera. Era una etapa necesaria con el único propósito de engrandecer una competición que, en la actualidad, no resulta ni competitiva ni rentable económicamente. En noviembre de 2016 regresó a su ciudad natal, después de desvincularse de los Galaxy, para foguearse en el banquillo del Liverpool como responsable del equipo de menores de dieciocho años. Allí puso en práctica sus conocimientos e inculcó su espíritu ganador, aquel que le llevó a la gloria en Estambul hace ya 13 años.
Su experiencia como técnico es más bien limitada. Pero no es la razón por la que el Rangers FC le haya concedido la corona para guiar los destinos de un club moribundo. La tradición y la historia de la entidad protestante de la ciudad de Glasgow han seducido a Stevie, apodo que ha recibido en su prolífica etapa como futbolista. Ahora, como líder de un equipo en proceso de reconstrucción desde 2012, sus nuevos seguidores le rinden pleitesía y hasta incluso le lanzan loas como si de un monarca se tratara. ¿Por qué este trato reverencial a alguien que aún no ha desarrollado su más mínimo potencial en los banquillos? La respuesta es muy sencilla. Los nervios y la desesperación se han apoderado de Ibrox, un estadio con capacidad para 50.000 espectadores y cuya impresionante fachada de ladrillo rojo recuerda a la Gran Bretaña industrial. Un lugar sagrado para los hinchas unionistas. Su anterior propietario, el magnate escocés David Murray, encendió la luz roja y sus cimientos saltaron por los aires. Entró en bancarrota y descendió hasta la Cuarta División. Una afrenta de la que The Gers aún no se han recuperado. A Gerrard lo ven como un Mesías capaz de reverdecer laureles y de devolver al club a la zona noble de un fútbol monopolizado por el Celtic, su eterno enemigo. Los católicos ya han ganado su séptima liga consecutiva y van camino de volver a conseguir el triplete nacional. El reto del inglés es reducir esa brecha y, si es posible, llevar una de las dos copas domésticas a las vitrinas de uno de los equipos más laureados del Viejo Continente. Otra de las misiones del liverpuliano es no ir a rebufo de Aberdeen, Hearts y Hibernian, y llegar lo más lejos posible en la Europa League para recibir dinero de la UEFA. Hoy comienza su andadura europea frente al NK Maribor, un duro y combativo rival esloveno que pondrá a prueba la capacidad táctica y técnica de una formación con diez novedades en su plantilla.
Fuente: Herald Scotland
En principio, el excapitán de los reds ha rubricado un contrato por cuatro temporadas. Un proyecto a largo plazo pero con las urgencias de obtener réditos deportivos y financieros en una ciudad donde el fútbol es tribalismo puro y cuyo clima es prácticamente irrespirable, sobre todo en los clásicos Old Firm. El gran punto de fricción de la terrible rivalidad entre el Rangers y el Celtic tiene como raíz la religión: protestantes contra católicos, monárquicos frente a republicanos, nacionalistas británicos contra nacionalistas irlandeses. Su sueldo (1,2 millones de euros) será justificable si, al menos, en las tres próximas temporadas evita que los verdiblancos batan el récord de nueve ligas seguidas que ambos comparten. La pasada campaña fue un despropósito. El presidente Dave King enloqueció por su error en la contratación de un desconocido técnico portugués, Pedro Caixinha, que no supo entender la filosofía del club. Apenas duró cuatro meses en el cargo. Sus sustitutos, Mark Warburton y Graeme Murty, fueron despellajados por unos católicos despiadados en Parkhead (5-0), en el neutral Hampden Park (4-0) y en Ibrox (2-3). Ya no hay margen de error en el sudoeste de una ciudad sometida al extremismo político y donde el sectarismo se verbaliza con canciones como un signo de provocación para agitar la violencia. The sash my father wore (tema tradicional de la Orden de Orange), God save the Queen o Rule Brittania se entonan al unísono intercalándose con cánticos xenófobos en los que la palabra fenian acentúa el odio que cultivan ambas aficiones. Parece ser que es la única guerra que perdura con el paso del tiempo. En cambio, la intensidad en el terreno deportivo que se escenificaba en las tres décadas anteriores se encuentra bajo mínimos.
Fuente: América TV
El fichaje de Gerrard tendrá además el morbo de su reencuentro con Brendan Rodgers, su mentor en su última época en Anfield. “Él sabrá llevar la presión. Se podría haber ido a otro trabajo con un poco menos de presión, pero ha asumido un cargo en el que cree que tiene suficientes garantías para que funcione. Mi trabajo es que no sea así”, afirmó el preparador norirlandés. El desafío es apasionante, pero también es cierto que la brecha económica es enorme. Los balances presupuestarios reflejan la abismal diferencia en la escala salarial y en los ingresos. A día de hoy, el Celtic factura más de 100 millones de euros; y el Rangers, solamente 35. Incluso, los del trébol pagan fichas por valor de 65 millones, mientras que los partidarios de The Union Jack apenas invierten un total de 22. Aun así, las sensaciones en la entidad azul son muy positivas. «Me siento muy honrado de convertirme en el próximo técnico del Rangers. Tengo un enorme respeto por este equipo, por su historia y su tradición. No puedo esperar para que comience este viaje mientras esperamos aprovechar los muchos éxitos que este club ha logrado», puntualizó el ídolo de The Kop, quien emprenderá este sinuoso camino con un ayudante de primer nivel, el histórico Gary McAllister.
Fuente: The Evening Times
El primer episodio hacia el objetivo trazado desde su fichaje en mayo fue decepcionante. El pasado fin de semana, en Aberdeen, pisó un campo de minas y salió herido física y anímicamente en una batalla de similares características a las que protagonizaba el héroe escocés William Wallace. No sabemos cuál será el destino final de Gerrard. Lo que sí es una realidad es que cambia de registro y que su trono en una sociedad que vive un apartheid religioso, político y cultural podría resquebrajarse si aliados o enemigos se confabulan para tenderle trampas cada semana. Que nadie se extrañe. La traición se está extendiendo como una plaga en el fútbol. ¡Que se lo digan a Mou en el United!
Creado por Maikel Tapia (@tapia_maikel)