Sergio Llull reapareció el pasado 25 de abril después de ocho meses y medio de lesión y parece que todo sigue igual.
Nada más sufrir una de las lesiones más graves que un deportista puede sufrir, como es la rotura del ligamento cruzado de la rodilla, Llull sólo tenía una cosa en mente: volver más fuerte que nunca.
El proceso fue largo y duro, con innumerables ejercicios para fortalecer esa rodilla derecha como se puede apreciar en este vídeo/documental en el que se puede ver todo el proceso de recuperación desde dentro y con todo lujo de detalle.
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Todo esto ya ha quedado atrás y ‘el increíble’ Llull ha vuelto, y con él, esos momentos de éxtasis que sentía la grada del Palacio de los Deportes con cada una de sus famosas ‘mandarinas’.

Es un jugador único, no hay nadie como él. Pone toda su pasión en cada acción, en cada segundo que juega con la camiseta del Real Madrid o de la selección española.

En su vuelta, con sus padres en la grada, con un público entregado para la ocasión, no podía defraudar. Salió a la cancha con 4 minutos para el final del primer cuarto, pero estaba errático, precipitado, como si necesitara demostrar su valía, algo que ya está más que demostrado. Pero como los grandes, apareció cuando más se le necesitaba. A falta de 5 minutos para el final del partido, con un marcador de 62-61, metió su primera canasta. Liberación. No es de extrañar su reacción.

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Anotó dos triples, dos mandarinas. El público se volvió loco y con razón. Había vuelto cuando más se le necesitaba demostrando que no hay lesión que le pueda parar.

 

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Hoy, juega otra final de Euroliga, que puede ser la décima para el Real Madrid y la segunda para él.

No defraudará, nunca lo hace. Nadie como él. El ‘increíble’ Llull.

Antonio Rengel

 

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